
Palabra Directa
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Palabra Directa
La palabra es la materialización del pensamiento, es energía vertida sobre los que te rodean. Es la fuente de agua pura que sacia al sediento, o niebla que confunde e impide la visión. Podemos usar la palabra amigo y compañero que ayuda a los caídos e impulsa a los pioneros, o crear intrigas, murmuraciones y mentiras, construyendo un ambiente desfavorable para nuestros hermanos.
La vida tiene sus etapas y hoy puedes estar en la cima de la montaña, feliz y radiante, encontrándote superior a los menos favorecidos, humillándolos con palabras duras y groseras, sin embargo, el mañana está lleno de incertidumbres y no imaginamos la importancia. .que una mano amiga tendrá en momentos de dificultad.
Conquista amistades y simpatías a través de la palabra suave y dulce, nunca creyéndote superior o inferior, solo sé el compañero de viaje.
La palabra amable es energía benevolente que magnetiza nuestra propia aura, protegiendo al emisor contra el ataque de las sombras. Si en los momentos felices vivís sólo para vosotros mismos, en el egoísmo de vuestra alegría temporal, no podréis exigir palabras de consuelo a los hermanos encarnados o desencarnados en los momentos de angustia, porque la siembra es opcional, pero la cosecha es obligatoria. Dile a tu prójimo lo que te gustaría escuchar, no escondas al mundo el potencial amoroso que el Padre ha sembrado dentro de tu corazón, sé tú también terreno fértil para las enseñanzas magistrales del Evangelio del Cordero de Dios.
Evite las palabras obscenas, ofensivas o abusivas. Si alguien te ofende, toma represalias con bondad, comprensión y paciencia, rompiendo la cadena creada por el ofensor, quien luego, a través de su ejemplo, podrá conocer un nuevo comportamiento interior. María de Nazaret, madre del salvador de nuestras almas, vio la luz del mundo, a su hijo, siendo azotado y crucificado, y no ofendió a los espíritus infelices, que cometieron tan gran iniquidad. Entonces Jesús pidió, con su último aliento, que Dios los perdonara, porque no sabían que estaban frente al espejo de la grandeza celestial. El que conoce la Verdad no puede maldecir ni ofender, porque sus palabras reflejan la bondad infinita del Padre.
Los sabios hablan poco, conocen el poder de la palabra y saben que deben usarla con respeto y cuidado. Callan en las discusiones, porque la Verdad no se puede imponer, hay que descubrirla. Somos responsables de todo lo que pensamos, decimos y hacemos, recuérdalo. El hombre de recta palabra no puede mentir, porque mentir traiciona su propio corazón, creando culpa y resentimiento, bajando la guardia al bajo astral.