
Soy responsable
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Soy responsable
Soy responsable de la Guerra...
Cuando orgullosamente uso mi inteligencia para dañar a mi prójimo.
Cuando desprecio las opiniones de los demás que difieren de la mía.
Cuando falto el respeto a los derechos de los demás.
Cuando codicio lo que alguien más ha logrado honestamente.
Cuando abuso de mi superioridad de posición al privar a otros de su oportunidad de avanzar.
Si tan solo me considero a mí y a mis familiares personas privilegiadas.
Cuando me concedo derechos para monopolizar los recursos naturales.
Si creo que los demás deberían pensar y vivir como yo vivo y pienso.
Cuando pienso que el éxito en la vida depende únicamente del poder de la fama y la riqueza.
Cuando pienso que la mente de las personas debe ser dominada por la fuerza y no educada por la razón.
Si creo que el dios de mi concepción es uno en el que los demás deberían creer.
Cuando pienso que el país donde nace el individuo debe ser necesariamente el lugar donde tiene que vivir.
Soy responsable de la Paz…
Dirijo correcta y constructivamente los poderes de mi mente.
Si concedo a mi prójimo el pleno derecho de expresarse, según su propia comprensión de las verdades de la vida.
Si reconozco que mis derechos cesan cuando comienzan los derechos de los demás, y lo acepto como un mínimo indispensable de disciplina.
Si hago uso de los poderes internos para crear mis propias oportunidades.
Si puedo promover la evolución de quienes me rodean, sin considerar amenazada mi posición, y entiendo que esa es mi mayor fuente de éxito.
Si comprendo que las Leyes Divinas difieren de las creadas por el Hombre, y que ningún derecho especial divino se concede a nadie por el solo hecho de su nacimiento.
Si reconozco que los recursos naturales deben servir a todas las formas de vida sin distinción, y que no tengo derechos exclusivos sobre ellos.
Si comprendo que nada es más libre que el pensamiento y que el pensamiento constructivo transforma al Hombre, orientándolo hacia su verdadera meta.
Cuando siento que toda felicidad depende del simple hecho de existir... de estar a gusto con la vida.
Si percibo que todo ser humano puede convertirse en un amigo agradecido, cuando es convencido por un argumento sincero.
Si considero que “el Alma de Dios adquiere personalidad en el Hombre”, y que éste sólo puede concebir a Dios desde su propia percepción de la Divinidad.
Me reconozco a mí ya mis semejantes como partes integrales del universo y que cada uno es responsable de encontrar el lugar donde mejor puede servir.
Si estoy en paz, promuevo la paz de quienes me rodean. A su vez, promueven la paz de aquellos a su alrededor que harán lo mismo. ¡Entonces la paz comienza conmigo! Y sin ella no puede haber la necesaria transformación social.